domingo, 5 de julio de 2009
Una reflexión sobre “La rebelión de las masas”
Introducción
Apreciando en estas últimas semanas todos los incidentes que han acontecido en nuestro país, empecé a examinar con más detenimiento ese texto de ortega y Gasset que nos dejó el profesor de ideologías: “La rebelión de las masas”.
Tal vez, me hice una pregunta, es posible poder relacionar todos los conceptos y apreciaciones del autor español, sobre los acontecimientos que han ocurrido en nuestro país. Me ayudaría a responder muchas interrogantes sobre esta “marea alta” de la sociedad civil, que hace tambalear al gobierno de turno y hace pensar, que una insurgencia, guerra civil (desborde popular) está más cerca de lo que uno podría imaginarse.
Tal vez, la lectura no me dejó responder todas las preguntas, pero sí me aclaró que estos movimientos sociales (que dentro de la categoría de Gasset serían “movimientos masas”) están muy lejos todavía de generar un cambio estructural en nuestro país y en nuestra sociedad.
El hombre-masa y las aglomeraciones
Para Gasset, el hombre-masa es que el individuo que ha nacido en un tiempo y espacio donde tiende de todo, y que estas condiciones materiales han hecho que sea un ser conformista con lo que tiene. En contraste, está el ser noble, aquel individuo que para ser algo, ha tenido que sufrir y superarse a sí mismo, constantemente, para ser uno superior.
Pero si vemos estas figuras, el hombre noble está en constante evolución a la perfección, no es un ser perfecto, pero puede llegar a serlo. En cambio el hombre masa está , por así decirlo, predeterminado por la naturaleza para ser así ( lo revela en el capítulo XIII, cuando dice “la única cosa que sustancialmente y con verdad puede llamarse rebelión es la que consiste en no aceptar [el hombre-masa] cada cual su destino, en rebelarse contra sí mismo”).
Pero la reflexión de Ortega empieza en el momento en que las masas están alterando el orden de vida tradicional de una sociedad tradicional. Masas por aquí, masas por allá. Ahora ya no hay espacio privado para las minorías. Es en los tiempos de una crisis, en este caso es económica, la gran depresión.
Las masas han empezado a ocupar los “espacios públicos”, debido a la desocupación y la migración del campo a la ciudad se ha acelerado mucho (producto también de la revolución industrial, introducida tardíamente en la España de los años veinte).
Para unos ojos tan abiertos y selectos, hay que admirarse, extrañarse y empezar a entender. Estos pasos, son los típicos en filosofía; ejercitar la mente para poder pensar de manera mucho más rápida, coherente y diferente. Esa es la primera apreciación, el ser diferente, y no ser parte del común denominador.
Para poder diferenciarse, primero se debe pensar en que entiende el autor por hombre-masa, de esta manera se estará delimitando de a pocos, qué es, quienes la conforman y cómo dejar de serlo. Para el autor, “masa es el hombre medio…es la cualidad común…es el hombre en cuanto no se diferencia de otros hombres”. E insiste, “…la formación normal de una muchedumbre implica la coincidencia de deseos, de ideas, de modo de ser en los individuos que la integran.”
Síntesis: Masa son aquellos individuos que no hacen la diferencia, que se sienten como todo l mundo, mediocre y vulgar.
Una vez establecido los límites que esclarecerán, de quienes uno se puede diferenciar; aquí se puede apreciar si esta forma de diferenciar es fruto de una intención política, racial o cultural. Pero falta saber donde está ubicado el “hombre-masa”.
El autor responde que no necesariamente el hombre masa está ubicado en la clase social proletaria, sino que puede estar ubicado en cualquiera de los estratos sociales conocidos; “No se entienda, pues, por masas sólo a las masas obreras […] en rigor, dentro de cada clase social hay masa y minoría autentica.”
Respecto a esa penúltima palabrita (minoría), considera que las sociedades están clasificadas por mayorías (hombres masa) y las minorías (selectos).
Por eso, mucho después, el esclarece que su instrumento metodológico es de tipo psicológico y no sociológico, porque así se puede “malinterpretar” la intención de criticar a un tipo de hombre que vive en un tiempo y espacio que no es para él.
Tiempo y modo de vida “noble” y de la “masa”
Como empezaba al inicio de la primera sección, el hombre-medio ha nacido en un tiempo y lugar históricos que lo hacen ser un tipo especial.
Por tiempo, considera que es un momento en la historia de la humanidad que dura de una generación a otra. Y su forma de apreciar los tiempos históricos están clasificados de manera descendente: de mejor a peor, tal como los filósofos de la antigüedad escribían en sus obras, tipo Platón, Cicerón o Séneca.
Y esta forma tan pesimista responde a la forma como él, comprender el tipo de relaciones que existen entre la cultura política (basado en la obediencia y respeto a las leyes), un sistema de valores tradicionales (basados en la fe católica) que sean cemento cohesionador de esa sociedad (tipo la colonial peruana) y la subordinación social, como manera de mostrar el respeto a las formas de gobierno imperante.
Bajo esa trípode, es que compara con la forma actual del comportamiento social del hombre-masa. Se da cuenta que el sistema de valores ha sido rebasado y hasta reemplazado por otro tipo nuevo, el liberalismo (así como el fascismo y el sindicalismo); existe el cuestionamiento a la cultura política de la obediencia (recordemos que se derrocó el reinado del rey en España, tras la victoria de los republicanos); las masas ya no respetan el sistema legal formalista debido a que no representan los intereses de ellos, sino de una minoría (como sucede en nuestro país).
“La edad de oro […] revela que esos hombres sentían el pulso de sus propias vidas más o menos falto de plenitud, decaído por completo el cauce de las vanas… respetaban el pasado, cuya existencia se les presentaba como algo más ancho, más rico, perfecto…”
La persistencia de una edad de oro de las culturas refleja, lo que él autor nos quiere conducir. Pero la añoranza hacia los tiempos antiguos es producto de un rompiento de “paradigmas”, como diría Thomas Khun. Ese cambio brusco y rápido que también reconoce Ortega, demuestra que hay dos formas de ver el mundo, la clásica y de estructuras determinadas y otra que se abre paso a través de la misma praxis histórica de los individuos.
Pero lo que el autor quiere recalcar más en la parte cultural; no ve con buenos ojos todo el “progreso” que ha existido hasta el momento, porque lo que ha producido es una serie de cosas perjudicas para los hombres selectos, como la disminución en su espacio, la insatisfacción de saber que no se vive en tiempos definitivos o que se van rompiendo de a pocos las tradiciones de mucho tiempo atrás.
Lugo está la contraposición entre dos maneras de ver y vivir en el mundo: el esfuerzo y la inercia.
Comenzaré por explicar de manera breve el modo de vida de un “noble”. Nuevamente tengo que decir que Ortega y Gasset no trata (hasta el momento) de separar entre clase dominante y clase dominada, sino describir como existen tipos de hombres en la sociedad en su conjunto.
Un hombre “noble”, podría estar en la familia más rica hasta en la familia más humilde.
Su modo de vivir, es una lucha constante por superarse y superar a los demás; no pretender ser limitado, por el contrario nada le es imposible.
Mas el hombre masa se habitúa a no apelar a ninguna instancia fuera de él. Está satisfecho tal y como es, tenderá a afirmar y dar por bueno opiniones, apetitos, preferencias o gustos.
Pero agrega a este hombre masa, una característica que antes no había descrito “nunca hubiera apelado a nada fuera de él si la circunstancia no le hubiese forzado violentamente a ello.
Tratando de desmenuzar esta partecita reveladora, trata de explicarnos que esta masa inactiva no siempre ha sido así; hay momentos históricos en las cuales no es conformista. Entonces, ¿son selectos por tener cosas que no han tenido? Creo que no delimita muy bien al hombre modelo, porque el afán de ser “perfecto” nunca termina, ya que el ser humano tan solo es perfectible. Hay momentos en que uno para de renovarse, para dar paso a la estabilidad.
¿Es selecto ese hombre masa que se reveló alguna vez contra las estructuras de opresión? Para Ortega, lo seguirían siendo si es que se renovaran constantemente, pero he aquí la primera contradicción, que Ortega no soporta la aglomeración, ya que relaciona como algo natural, minorías con selección. Si las “masas” dejaran de ser masas, ya no habría minorías selectas, sino que todos serían selectas, cosa que Ortega no soporta y no quiere aceptar.
Cuando se refiere a la apelación, aquí ve a un “hombre masa” dueño de sí y de las verdades, (fruto de esa circunstancia) lo contempla como un ser irracional, un tipo intolerante, cerrado con los sistemas que han creado y que nadie puede decir nada; menciona también del servicio. Al hombre medio le gusta que le sirvan, en cambio al selecto le gusta servir. Definitivamente, una manera muy ilusoria de contemplar a los sujetos reales.
Y reitera que sus expresiones son de denuncia a un tipo de ser cultural y no político.
Participación de las masas y del estado
Lo que para nosotros es un fenómenos normal, el que las masas participen activamente de las actividades públicas y que “invadan” espacios anteriormente denegados, para Ortega eso es un signo de decadencia cultural y de extinción de las minorías selctas.
Pero, hay que preguntarnos, ¿desde cuando las masas han estado inmóviles?
Para responder, me remito a lo que el autor considera como una falta grave, el hecho de que los “hombres-masa” hayan inrrumpido de esa manera en la sociedad tradicional:
comienza con la revolución francesa, un tiempo en que la sociedad francesa peleó por el reconocimiento de sus derechos. Aunque el autor tambien se remite a los intelectuales que plantearon la idea de los derechos inherentes . Entonces, para el autor las minorías participaron; claro pero fueron las masas las que materializaron estas ideas.
[faltan algunos párrafos para finalizar este artículo]
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